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Al rescate de la memoria de la artista Emma Reyes

Última actualización: 13 de junio de 2021
Última actualización: 13 de junio de 2021

Publicado por: El Tiempo

Como una artista "ecléctica y original, ya que se mueve dentro de las tendencias del arte naif, el muralismo mexicano, el indigenismo y el expresionismo", es definida la pintora Emma Reyes en una biografía del Banco de la República.

A esta artista, no tan conocida para el público en general, le decían 'Mama Grande', porque ayudó a muchos pintores colombianos que llegaban a Europa y les hacía más fácil el camino que ella ya había andado.

Hace unos meses, Fabiana Medina la trajo al teatro con su obra EresMyEma, que llegó luego de leer un artículo sobre ella en Le Monde. Era sobre el libro de Reyes, Memorias por correspondencia.

Ahora es una serie de televisión, Emma Reyes, la infancia perdida, con 13 capítulos que se emitirán desde el 20 de junio, a las 8 p. m., por Señal Colombia, uno cada domingo.

Es la primera parte de la historia de esta grande del arte, como cuenta José Lombana, productor ejecutivo de Quintocolor, realizadora asociada de Señal Colombia para esta producción, que se hizo con recursos del MinTic.

Producida por Jorge López, escrita por Alberto Quiroga y dirigida por Luis Alberto Restrepo, "está inspirada en hechos reales y en el propio testimonio de vida que Emma dejó en cartas y artículos, y en las múltiples declaraciones orales y escritas recogidas en Périgueux (Francia) y en Colombia, de personas que mantuvieron una rica y fluida relación con la artista", dice Lombana.

Protagonizada por Nicole Santamaría, Ernesto Benjumea, Indhira Serrano, Juan Sebastián Calero, Jennifer Steffens, Nórida Rodríguez y Juan Ángel, y por las niñas Luciana Garnica, Angie Ramírez y Valeria Emiliani, que dan vida a Emma en diferentes momentos, es una serie de época hecha en plena pandemia.

La vida de Emma Reyes no fue fácil. De niña, ella y su hermana fueron abandonadas en la estación de tren de Zipaquirá. De allí, pasaron a un hogar de monjas, de donde Emma se voló cuando tenía 15 años.

Buscando su vida y tratando de encontrar sus pasos, el equipo de producción viajó a Europa. "Fuimos a Périgueux (Francia), ciudad en la que vivió Emma y en la que se encuentra un gran mural de su autoría en una biblioteca de esa ciudad. En Francia hablamos con representantes de la Fundación Emma Reyes, con Véronique Merlin Anglade, directora del Museo de Arte y Arqueología de Périgueux, en donde se encuentra una importante colección de obras de la artista; con Jacqueline Désarménien, también pintora y amiga cercana, y con Anita Zignani, quien tiene una colección importante de sus dibujos", dice.

"Pero en Colombia es donde se inicia todo este proceso, con la ayuda de Gabriela Arciniegas, hija de Germán Arciniegas; con Andrés Felipe Ortiz, el artista Rafael Penagos, recientemente fallecido; el periodista Diego Garzón y el director de la revista Aleph, Carlos Enrique Ruiz, quien con su esposa Livia tuvieron una relación epistolar con Emma por varios años, entre otros".

En este trabajo, descubren la "magnitud y riqueza de su obra pictórica, que es de una gran diversidad. También, las relaciones cercanas que tuvo con importantes artistas e intelectuales, en particular en sus estadías en México, donde fue asistente de Diego Rivera y conoció a Frida Kahlo, y en Italia, donde fue cercana a artistas importantes del futurismo".

La vida adulta de Emma Reyes (1919-2003) no se verá aún, pero sí las duras condiciones de su vida de niña, en una pieza sin ventanas en un barrio del sur de Bogotá, y los continuos viajes que hacía con María (la cuidadora) a Guateque y Zipaquirá.

Estos viajes la volvieron observadora de caminos e hicieron que le perdiera el miedo a andar. Por eso, muy joven se fue rumbo al sur y llegó luego de muchos días. Pagó sus pasajes, durmió y comió vendiendo Emulsion de Scott.

También, desde sus recorridos de niña empezó a observar a las personas (campesinos e indígenas), que fueron importantes en su obra, así como las plazas de mercado, con sus vendedores, frutas, hortalizas y colores.

En el convento, además de los oficios de barrer, lavar, sacar la basura y limpiar la cocina, Reyes y su hermana bordaban para las familias prestantes y, añade Lombana, que la hermana de la artista se dedicó a este oficio en Brasil y otros países.

Reyes -cuentan sus cercanos- decía que volvería a vivir a Colombia cuando su esposo, un médico francés con el que se casó en la década de los años 60, muriera. Pero primero falleció ella.

Ahora es tiempo de Emma Reyes, de mirar su obra (de la que hay vestigios en Europa, Estados Unidos y Colombia, donde además está parte de su colección guardada por una fundación en Cali) y de empezar a conocer su vida.

Lombana dice que hay "algo particularmente cautivador pendiente: son las cartas que ella recibía en respuesta a las que enviaba y que siguen todavía en un baúl en Francia, al que aspiramos tener acceso más adelante en esta investigación en la que seguimos".

Esta mujer que fue viajera incansable y que logró la gloria lejos del país con su hermoso arte, debe ser más cercana, hay que conocerla mejor. Sus dolores de niña darán los primeros atisbos.

Emma Reyes

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