El corazón de Colombia Programa, la estrategia del Ministerio TIC y el British Council, con el apoyo del Ministerio de Educación Nacional para enseñar pensamiento computacional a niños y niñas del país está en los Pares Expertos, los docentes que se están formando para, luego, pasar los conocimientos a sus alumnos. Los Nodos de Pensamiento Computacional establecidos a lo largo del país ya cuentan con 2.100 de estas personas: maestras y maestros que diseñan experiencias, acompañan a colegas y multiplican buenas prácticas para que la ciencia de la computación llegue, con calidad y sentido, a más escuelas del país.
Sus historias son inspiradoras, y demuestran el poder transformador de la tecnología. Por ejemplo, en Cúcuta, la Escuela Normal Superior María Auxiliadora convirtió la tecnología en herramienta de liderazgo femenino, de la mano de docentes como Massiell Alexandra Rojas y José Miguel Celis. Gracias a sus ideas, el nodo pasó de la curiosidad a la creación, con proyectos como un bastón inteligente para personas con discapacidad visual, y acciones para reducir el ruido escolar.
Además de programar, sus estudiantes aprenden a enseñar y a investigar. Gracias a su impulso, el semillero ya reúne a 25 jóvenes, que desarrollan soluciones para su entorno y ganan confianza para tomar la palabra en campos históricamente masculinizados.
Casis para resaltar hay por doquier. En Pereira, Cristian Camilo Cañaveral convirtió su taller en laboratorio de ciencia aplicada. Con un cohete de agua que integra cálculo de vuelo, arte, física y las micro:bit, sus estudiantes verifican datos reales y conectan teoría con práctica.
Ese enfoque trascendió la robótica: hoy filosofía, lengua y ciencias trabajan juntas, para desarrollar habilidades de descomposición, abstracción y priorización. El nodo, además, disparó el interés de otras sedes, así como de los cursos de primaria, por aprender y transferir conocimiento. "El pensamiento computacional no es otra materia, es una forma de pensar", resume el profesor Cañaveral.
La inclusión es la brújula del nodo de la I.E. Técnico Superior de Neiva, liderado por Deiber Andrés Aldana. Su proyecto se llama BlindTI, y es un prototipo para enseñar pensamiento computacional y lectura Braille computarizada a niñas y niños con discapacidad visual. Este nació de un vacío real en materiales accesibles, y hoy inspira a familias y docentes que buscan herramientas usables por cualquiera.
Gracias a la importancia que empezó a ganar el pensamiento computacional entre los jóvenes, el colegio ya celebró su primer torneo de robótica, con la participación de otros Nodos de Neiva. Además, el docente postuló 27 recursos al Banco Virtual de Pensamiento Computacional.
Edna Barrios y su equipo también lograron anclar la tecnología al territorio. Para esta comunidad educativa de Ibagué, la contaminación del río Chipalo se convirtió en un proyecto interdisciplinar con sensores de pH y humedad, estaciones de monitoreo, programación en MakeCode y una cartilla pedagógica de 40 páginas, con actividades conectadas y desconectadas.
El impacto derivó en una línea curricular de Nuevas Tecnologías que se enseña de sexto a once, dotaciones de laboratorios y alianzas con el Sena y la Fundación San Simón. Para Edna, el logro es técnico y humano: formar ciudadanía desde la lógica y el cuidado.
Volviendo a Neiva, encontramos a Juan David Suárez, un profesor que sembró una consigna entre sus alumnos, que gracias al abono del pensamiento computacional y a los cuidados que dieron sus curiosos estudiantes, se volvió en una metodología: "Que la planta se gradúe con ustedes". Y es que la invitación inicial era que cada estudiante debía sembrar una mata, cuidarla y verla crecer, para que los acompañara en toda su vida escolar.
Con esa premisa fueron desarrollando su aula viviente, que ahora une sensores de humedad, riego automatizado, reciclaje de PET para explorar impresión 3D y campañas de prevención del dengue. El resultado: estudiantes que pierden el miedo a hablar en público, niñas que lideran equipos de programación y una comunidad que entiende que la tecnología no está lejos: se crea. Él presentó su experiencia en la Feria del Libro de Bogotá de este año, y también ha pasado por otros escenarios del Ministerio TIC, pero su objetivo sigue en casa: aprender sin rendirse.
Finalmente, está la historia de Manuel Ossa en el Liceo Santa Librada de Neiva, que demuestra que encender un LED puede encender una vocación. Tras convertir una técnica de sistemas desmotivada en la sección de robótica, sus estudiantes han construido más de 50 robots en un año, abrieron un club para cerca de 30 alumnos externos, y compiten en igualdad, con prototipos hechos a mano, cartón y creatividad.
Hay enfoque de género, con niñas liderando proyectos como un detector de incendios forestales, e inclusión, con jóvenes en extraedad que encuentran en la robótica estructura y comunidad. "No es enseñar: es motivar", insiste Manuel.
Estas historias muestran cómo los Pares Expertos son diseñadores de experiencias, conectando aulas con problemas reales. Aquí, la formación continua en pensamiento computacional fortalece la práctica pedagógica y digital, lo que les permite enseñar conocimientos tecnológicos, y fortalecer valores como la autonomía y el liderazgo, para a través de ellos despertar curiosidad, pensamiento crítico y resolución de problemas.
La labor de estos docentes, que van expandiendo sus conocimientos y estrategias entre sus colegas, también compromete a las Instituciones Educativas con la equidad y la ciudadanía digital, incorporando ética, seguridad y diversidad en cada paso. Pero, quizás lo más importante, evidencia su papel como agentes multiplicadores: maestras y maestros que crean redes, comparten guías y metodologías, y construyen comunidad para que el aprendizaje no se quede en un salón, sino que se promueva en todo el territorio.
Con 2.100 Pares Expertos y una red de Nodos de Pensamiento Computacional que crece, Colombia Programa reafirma su propósito: llevar la programación y la lógica computacional a cada escuela oficial, para que nuestras niñas, niños y jóvenes aprendan haciendo, encuentren sentido en lo que estudian y transformen sus realidades con tecnología que tiene rostro y voz.