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Lanzamiento del documental -Picó, la máquina musical del Caribe-

Última actualización: 20 de octubre de 2014
Un documental que muestra las fiestas picoteras, hechas con bafles gigantescos en las calles de populosos barrios en municipios de la Costa Caribe, realizada en el proyecto transmedia que ganó en 'Crea Digital 2014', convocatoria del MinTIC y MinCultura.

Los Ministerios de las TIC y de Cultura lanzarán el próximo 23 de octubre 'Picó: La Máquina Musical del Caribe' una coproducción audiovisual de Lapost Estudio y Panoramika, uno de los productos incluidos en el proyecto transmedia ganadores de la convocatoria 'Crea Digital 2014'.

La película es una coproducción de Lapost Estudio y Panoramika; esta última, es la compañía que trabaja en el diseño del portal web y todos los elementos hipermediales que lo componen. Panoramika formuló el proyecto que resultó ganador de 'Crea Digital 2014', el cual recibió por parte de MinTIC y MinCultura un premio por $150.730.491 para su desarrollo.

Roberto De Zubiría, director del filme dice que la idea de producir este documental surgió luego de una correría por pueblos de la Costa Atlántica, durante el rodaje de una serie de TV. "Nos topamos de frente con una de esas máquinas, e inmediatamente me di cuenta del arraigo que estos sound systems tienen en el divertimento de las personas. Entendí la importancia que han ejercido en el desarrollo de la cultura musical del Caribe colombiano".

La cultura picotera es una tradición popular colombiana que surgió hace más de 60 años en los barrios populares de la Costa Caribe, cuya popularidad se debe a la afición de escuchar música a todo volumen y al goce de parrandear en fiestas callejeras descomunales hasta el amanecer. Allí, en medio del jolgorio, los Picó ‒conjunto de bafles gigantescos que emiten decibeles que truenan manzanas a la redonda‒ se hicieron parte del paisaje, un elemento imprescindible a la hora de pasarla bien.

'Picó: La Máquina Musical del Caribe' implementará próximamente un portal web para dispositivos móviles y de escritorio ‒bajo el dominio www.pico.com.co, a comienzos de 2015‒ donde se alojarán videos, fotografías y toda la información relacionada con el movimiento picotero que tanto furor ha causado en las clases populares de Barranquilla, Cartagena y otros municipios de la región Caribe colombiana.

Roberto De Zubiría, director del filme y de todos los desarrollos relacionados con este proyecto transmedia, relató que la idea de producir este documental surgió luego de una correría por pueblos de la Costa Atlántica, durante el rodaje de una serie de TV. "Nos topamos de frente con una de esas máquinas, e inmediatamente me di cuenta del arraigo que estos sound systems tienen en el divertimento de las personas. Entendí la importancia que han ejercido en el desarrollo de la cultura musical del Caribe colombiano", recordó.

El Picó y la Batalla Picotera

Un picó es un equipo de sonido integrado por seis o más parlantes de 18", de considerable tamaño. Es una suerte de discoteca ambulante que congrega multitudes en las calles de barrios populares de Barranquilla, Cartagena y municipios aledaños, donde jóvenes y adultos bailan hasta el cansancio a ritmo de champeta y otros géneros musicales. El comandante de la noche es, por supuesto, el dueño del Picó, a quien llaman picotero.

Cuando la tradición se propagó, la cultura picotera ‒hoy aunque arraigada, en franco declive‒ se convirtió en industria independiente: los picoteros comenzaron a cobrar la entrada a estas parrandas, llamadas Batallas Picoteras (cuando enfrenta a dos o más representantes). Muchos Picós célebres como El Solista, El Coreano, El Conde, El Sibanicú y El Timbalero, rentabilizaron su actividad y así sacaron adelante a sus familias.

Participar en una Batalla Picotera es una experiencia excitante: es, ni más ni menos, parrandear al aire libre, en un ambiente libre de presiones sociales donde la alegría, la camaradería, el bullicio y el baile vigoroso hacen parte de la jornada.

Llama la atención como los Picó son 'engallados' por artistas del aerógrafo, que plasman sobre lienzos hechos en cañamazo todo tipo de motivos: diablos echando candela, tanques de guerra y otros símbolos de poder, negros y zambos tocando los timbales, paisajes caribeños que derrochan colores escandalosos y por supuesto, todo tipo de instrumentos musicales asociados a la champeta, la cumbia y otros ritmos.

Según Roberto De Zubiría, en un Picó se resume la identidad de un nuevo personaje de la idiosincrasia caribe: el picotero. Lo estridente de los adornos gráficos de sus equipos de sonido, la diversidad musical de la programación que incluye músicas de todo el mundo ‒especialmente de África, que dio origen a la Champeta‒ y el desarrollo tecnológico que derivó en toda una industria del entretenimiento alrededor de estas máquinas, los hacen especiales, una especie de paganos a los que se rinde culto con desenfreno y todo tipo de excesos.

"También encontramos toda una industria fonográfica en la que se destacan personajes especializados en viajar a Francia y África para comprar acetatos para los picós, o empresas discográficas con 10 años de trabajo ininterrumpido, o personas especializadas en el desarrollo de la tecnología sonora", explicó Zubiría.

Un proyecto con impacto social

Es plausible el reconocimiento que ha generado el trabajo de investigación y promoción de la cultura picotera con 'Picó, la máquina musical del Caribe', aún incluso antes de su estreno.

Para De Zubiría, su proceso de búsqueda de las raíces de esta cultura, que inició a finales del 2012, trajo a colación a los picoteros, aquella famosa frase que apela a las nostalgias: "Todo tiempo pasado fue mejor". De eso se dio cuenta cuando le relataron cómo organizar una Batallas Picoteras actualmente, al constituirse como evento masivo, representa para ellos una cuantiosa inversión que pocas veces se hace rentable: transportar los monumentales equipos de sonido en tractomulas, de barrio en barrio y de pueblo en pueblo, no es nada barato.

"En cambio, en sus inicios, una fiesta Picó era un acto más sencillo y silvestre", afirma Zubiría. Por eso, los picoteros se dieron cuenta de que debían comenzar a construir máquinas al estilo de la vieja guardia, y simplificar sus eventos. "Cuando organizamos una verbena en Barranquilla con todos los ingredientes de una parranda de los años 70, debido al éxito que se tuvo, produjo que las fiestas picoteras tradicionales renacieran", agregó.

No obstante la actualidad picotera no es la mejor. Antes era muy fácil obtener un permiso de la Alcaldía para cerrar calles, pero debido a las protestas de los vecinos por los ruidos excesivos y los desórdenes generados en estas parrandas (peleas, consumo de drogas, etc.), generó problemática social: puso a los picoteros en la mira de las autoridades, que censuraron esta actividad. A raíz de esto, se han producido motines.

De Zubiría fue testigo de un incidente. Cierto día, mientras grababa con su equipo escenas del documental, llegó una patrulla del DAMAB (Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente de Barranquilla), entidad encargada de vigilar el nivel de contaminación auditiva en 'La Arenosa', con la misión de suspender una fiesta. Entonces se desencadenó una fuerte discusión que pasó de los gritos a los insultos. "Hasta nuestro camarógrafo resultó agredido", comentó.

Pero él tiene la esperanza de que 'Picó, la máquina musical del Caribe', contribuya a que la gente y los políticos de la región dejen de satanizar esta tradición, tatuada en el alma costeña. Volver a ver una cuadra llena de parejas bailando champeta, meneando las caderas de forma frenética al vaivén de la Batalla Picotera, sería el mejor homenaje que Colombia le podría rendir a los legendarios Solista, Coreano, Conde, Sibanicú y Timbalero, los pioneros que han sido escuela para muchos músicos y melómanos costeños que al verse acorralados, exportaron la tradición a otros países.

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